Aforismo
Escribir no es un acto de creación, sino de exorcismo: las palabras expulsan lo que el alma no puede retener.
Crónica
En el pueblo de los que no hablan, apareció un día una mujer que escribía. Al principio, la miraban con recelo: trazaba símbolos en la tierra con un palo, sobre la piel de las hojas, en los muros que el tiempo olvidó. Pronto descubrieron que, al leer lo que ella dejaba, sentían un dolor nuevo: la conciencia de sí. La mujer fue expulsada. Pero su escritura quedó como plaga: todos aprendieron a narrarse, y con ello, a sufrir.
Cuento
Había una vez un niño que nació sin voz. En lugar de llorar, escribió su primer lamento en el aire con el dedo. A los tres años, sus padres descubrieron que cada cosa que tocaba se llenaba de palabras invisibles. Nadie entendía por qué la cuchara decía "frío", ni por qué las paredes murmuraban "déjame salir". Un día, desapareció. Solo quedó una hoja bajo su almohada: "He ido a buscar el silencio".
Diálogo
—¿Por qué escribes?
—Para dejar de pensar.
—¿Y logras dejar de pensar?
—No, pero el pensamiento se disfraza de tinta, y eso lo vuelve soportable.
—¿Y no temes que todo lo escrito te delate?
—Lo deseo. Que alguien me encuentre en la trampa que tendí con palabras.
Elegía
A ti, voz que nunca fue pronunciada,
a ti, idea abortada por el miedo,
te escribo este lamento de páginas rotas.
Fuiste posible como el sueño antes del despertar,
y ahora solo eres trazo entre líneas de lo que no vivió.
Ensayo breve
La escritura es un campo de batalla donde el yo se desdobla. Al escribir, el sujeto se convierte en autor, y el autor, en máscara. No escribimos lo que somos, sino lo que podemos soportar ser. El texto no es un espejo, sino una herida que sangra sentido. Toda palabra encierra una traición, porque dice más —o menos— de lo que sentimos. Escribir es mentir con elegancia.
Epístola
Querida Sombra:
Hoy he vuelto a escribirte. No por amor, sino por costumbre. Tus respuestas son siempre el silencio, pero en él encuentro la lógica de mis desvaríos. Me pregunto si aún recuerdas el día en que empezamos a inventarnos. Si no existieras, tendría que dibujarte con palabras. Como hago siempre. Como hago ahora.
Con tinta ausente,
T.
Fábula
El Lápiz y la Pluma discutían.
—Yo soy más preciso —dijo el Lápiz—, puedo borrar mis errores.
—Pero yo soy eterno —replicó la Pluma—, lo que escribo queda.
Un día vino el Tiempo y tomó la hoja donde ambos habían escrito.
Solo el manchón de la Pluma resistió. El Lápiz se desvaneció.
Moraleja: la verdad que permanece suele ser la más indeseable.
Hipérbole
Escribía tanto que la tinta de sus venas se secó, y su corazón bombeaba párrafos. Cada latido era una sinfonía de metáforas, y al morir, su cuerpo se convirtió en una biblioteca infinita.
Leyenda
Se dice que bajo la ciudad duerme un libro sin fin. Cada noche, un párrafo nuevo aparece en sus páginas. Los que intentan leerlo entero pierden la cordura, pues descubren que todo lo que escribirán ya está ahí. Nadie ha podido terminarlo. Nadie ha querido empezar de nuevo.
Metáfora
Escribir es abrir una herida con un alfabeto oxidado.
Microrrelato
Abrió el cuaderno. No había escrito nada. Sin embargo, las páginas lloraban.
Monólogo interno
Escribir, escribir, escribir… ¿Y para qué? Si al final nadie entiende. Pero no puedo parar. Es como rascar una picazón invisible. Las palabras me duelen menos cuando están fuera. A veces me odio por lo que escribo. Otras veces, es lo único que me salva. ¿Seré yo o será el lenguaje quien decide?
Poesía
Entre líneas me deslizo
como un pez sin agua,
nadando en tinta,
buscando la orilla
de una voz que me diga:
escribe, aunque duela.
Poema en prosa
Las letras caen como ceniza sobre el escritorio. Cada palabra pesa lo que pesa un cadáver no llorado. El papel tiembla. Mi mano es cómplice y verdugo. No quiero escribir, pero el silencio me ahorca. Así que trazo, trazo, trazo, hasta que el mundo vuelve a doler con sentido.
Relato epistolar
3 de noviembre
A quien nunca sabré si existe:
He escrito cien veces tu nombre, aunque nunca lo supe. En cada página te inventé y te borré. Me comunico contigo por necesidad, no por esperanza. El papel me responde mejor que las personas.
Tu fiel desconocido,
S.
Texto filosófico
Escribir implica la afirmación del ser a través de su descomposición. La escritura niega el instante y lo conserva; es tiempo transmutado en signo. El sujeto que escribe se convierte en objeto de sí. Así, toda escritura es una forma de morir antes de ser leído.
Fragmento onírico
En el sueño, las palabras flotaban sin lengua que las pronunciara. Yo caminaba por un pasillo hecho de frases, y al final había una puerta con mi nombre escrito al revés. La abrí. Dentro, estaba yo escribiendo el sueño que tenía.
Prosopopeya
La palabra se despertó una mañana con resaca de silencio. Miró el diccionario y decidió rebelarse. “No quiero significar más”, dijo, y se convirtió en viento.
Parábola
Un hombre encontró una pluma mágica: todo lo que escribía se volvía real. Escribió la paz, la belleza, la eternidad. Pero pronto, el mundo se volvió insoportable. No había conflicto, ni misterio, ni muerte. Entonces escribió: “Que todo regrese al caos”. Y fue feliz.
Alegoría
La Escritura era una mujer vestida de fuego. Caminaba entre ruinas dejando tras de sí un sendero de ceniza que los ciegos seguían como si fuera oro. En su pecho, un reloj sin manecillas marcaba siempre el instante del vértigo.
Cápsula poética
Palabra,
sal de mi herida
como un pájaro que canta
su jaula rota.
Epifanía literaria
Descubrí que no escribo para ser entendido, sino para entenderme. Y aún así, fracaso.
Texto metatextual
Este texto sabe que es texto. Se mira en el espejo de la página y se interroga: ¿quién me ha escrito? ¿Qué deseo oculta mi sintaxis? No tiene respuesta. Pero sigue hablando, porque el silencio lo mataría.
Texto hermético
Z26 murmura en delta. Las grafías no bastan. Sombras de gramática en la caverna de Babel. El verbo se esconde en la carne de lo ilegible.
Viaje interior
Atravesé mis recuerdos como si fueran selvas. Cada palabra que escribía era un machete. Al final, me encontré desnudo, ante un espejo sin reflejo. Y supe que aún no había llegado.
Ensayo fragmentado
I. Escribir es perder el control.
II. Todo escritor es su primer lector y su último enemigo.
III. Cada texto es un laberinto donde el autor se extravía.
IV. Hay palabras que matan. Y otras que te obligan a vivir.
Cuento especulativo
En el año 4025, los humanos ya no hablaban ni escribían. Las máquinas traducían los impulsos del pensamiento en código puro. Un arqueólogo digital encontró una vieja hoja de papel. Decía: "Te extraño". El mundo se detuvo unos segundos.
Lírica dramática
VOZ:
¿Por qué me obligas a escribir, si ya he dicho todo?
ECO:
Porque no lo dijiste con sangre.
VOZ:
Pero me sangran los ojos de tanto verso.
ECO:
Entonces ahora empieza a escribir con los huesos.
Descripción evocativa
La habitación huele a papel viejo y a tinta reseca. En el escritorio, un cuaderno abierto, con letras que parecen latir. La luz entra oblicua por la ventana, tocando apenas los bordes de una frase inacabada. Afuera, el mundo espera en silencio.
Texto apocalíptico
Cuando se acabaron las palabras, el mundo se volvió un zumbido. Los libros ardieron por dentro. Los escritores fueron los primeros en desaparecer, devorados por sus propios borradores. Y el último poema fue leído por un autómata, que no supo llorar.
Oráculo
Escribe, y sabrás lo que aún ignoras. Pero cuidado: quien escribe demasiado termina escribiéndose a sí mismo. Y eso, a veces, no se sobrevive.