Codicia

 Aforismo

La codicia no busca poseer, sino devorar lo poseído.

Crónica
En la ciudad de los techos dorados, los comerciantes comenzaron a pesar el alma con balanzas de oro. El trueque murió el día en que un niño ofreció su risa a cambio de un terrón de azúcar, y el mercader, codicioso, exigió también sus lágrimas.

Cuento
El rey Midas, reencarnado en una anciana viuda, habitaba en una casa forrada de billetes. Cada noche comía sopa de papel moneda y soñaba con bancos que hablaban. Una mañana, su nieto rompió una pared buscando un juguete perdido y encontró un espejo. Al reflejarse, el dinero se convirtió en polvo.

Diálogo
—¿Por qué llenas tus bolsillos hasta romperlos?
—Porque temo quedarme vacío por dentro.
—¿Y qué encuentras cuando los vacías?
—El eco de mi hambre.

Elegía
Lloro por ti, codicia, flor de carne marchita.
Te vi nacer en manos de mendigos disfrazados de reyes,
y morir en palacios sin ventanas,
donde nadie respiraba más que oro.

Ensayo breve
La codicia es la voluntad de prolongar el deseo hasta su descomposición. No se satisface, se perpetúa. En su núcleo no hay necesidad, sino adicción a la posibilidad. Lo que se anhela no es el objeto sino su constante retirada. La codicia es un horizonte que huye cuando avanzamos.

Epístola
Querido hermano:
He recogido las joyas del pozo común, como pediste. No preguntes por los cuerpos. No quedaba espacio en la carreta. El oro pesa más que la sangre.
Tuya en la eternidad del beneficio,
María.

Fábula
Un ratón encontró una pepita de oro y la escondió en su nido. Cada noche, el zorro venía a contarle historias de riquezas. Al final del invierno, el ratón murió de hambre, abrazado a su tesoro. El zorro usó la pepita para comprar una historia nueva.

Hipérbole
El hombre codicioso deseaba tanto que extendió su sombra por todo el planeta, y en la oscuridad que dejó, los niños aprendieron a llorar antes de hablar.

Leyenda
Se cuenta que bajo el Lago del Silencio duerme una criatura de ojos dorados que devora a quien desee más de lo que necesita. Un rey codicioso intentó pescarla con anzuelos de diamante. Su barco fue hallado años después, lleno de esqueletos abrazados a cofres vacíos.

Metáfora
La codicia es una serpiente que se devora la cola, esperando saciarse sin desaparecer.

Microrrelato
Compró el mundo. Le faltó espacio para vivir.

Monólogo interno
Si guardo esta piedra, nadie más la tendrá. Si la escondo, será mía para siempre. Si la olvido… ¿qué soy sin ella? No puedo soltarla. No debo. ¿Por qué tiemblo?

Poesía
El oro canta con lengua de cuchillo,
llama a mi mano desde el pozo seco,
me ofrece reinos hechos de espejismos,
y yo me pierdo en su eco.

Poema en prosa
La codicia baila con pies de fuego sobre el pecho de los durmientes. Les canta al oído promesas de plenitud y despiertan huecos. Les besa la frente con labios de hierro fundido y van al mercado a comprar su reflejo. Todo lo que tocan se convierte en hambre.

Relato epistolar
Amada Clara:
No pude resistirme. Compré la isla, los tres barcos y el hombre que vendía tormentas embotelladas. Perdóname si llego tarde. El oro pesa más en mar abierto.
Tu siempre,
E.

Texto filosófico
La codicia no nace del tener sino del ser. Es la fractura entre el yo que posee y el yo que se proyecta poseyendo. En ella no hay otro, solo espejo. La ética fracasa cuando el deseo sustituye al vínculo.

Fragmento onírico
Soñé con una ciudad donde todos caminaban con cofres atados a los pies. Las puertas eran estrechas y nadie podía entrar a casa. Los niños jugaban a enterrar monedas en la piel de los adultos. Llovían lingotes, y nadie miraba al cielo.

Prosopopeya
La codicia despertó con hambre. Caminó por las calles y lamió vitrinas. Besó al banquero y al niño. Cuando habló, su voz era una promesa envuelta en un grito.

Parábola
Un hombre construyó una torre con sus ganancias. Cada ladrillo era un sacrificio olvidado. Cuando alcanzó el cielo, descubrió que no quedaba tierra bajo sus pies. Cayó con los ojos abiertos.

Alegoría
En el valle de la Boca Vacía vivían sombras que coleccionaban luz. Cada noche robaban estrellas y las encerraban en frascos. Un día no quedó ninguna en el firmamento, y el mundo se volvió ciego de tanto mirar adentro.

Cápsula poética
Oro en la lengua,
ceniza en el pecho.
La sed se disfraza
de espejo.

Epifanía literaria
Al ver al perro proteger su hueso podrido de un pájaro sin hambre, comprendí: la codicia no es necesidad, es miedo.

Texto metatextual
Este texto es un espejo que se escribe a sí mismo con manos de deseo. Habla de la codicia como si no la encarnara. Sin embargo, al desear ser leído, se convierte en lo que denuncia.

Texto hermético
Guardan el vacío en cajas doradas. Llaman tesoro al eco. Nadie ha visto el fondo del cofre. Solo el sonido del cerrar.

Viaje interior
Descendí por mi deseo como quien baja por una mina sin luz. Cada paso me ofrecía una gema y una herida. Al final, encontré un espejo. Estaba vacío.

Ensayo fragmentado
I. Tener es una forma de no perder.
II. El coleccionista de minutos cuenta monedas en la oscuridad.
III. ¿Cuánto pesa un "más"?
IV. El cuerpo se adapta al hambre, pero el alma no.
V. Ser codicioso es vivir sin presente.

Cuento especulativo
En el futuro, los ciudadanos venden sus recuerdos más felices por créditos de eternidad. La codicia es legal y se enseña en las escuelas. Solo los olvidadizos son libres.

Lírica dramática
—¡Dame todo lo que amas!
—¡Ya no tengo amor!
—Entonces dame tu vacío.

Descripción evocativa
Un sótano lleno de cofres abiertos, el polvo suspendido como una telaraña luminosa. Sobre una mesa, monedas apiladas como cadáveres dorados. En el aire, un olor ácido, mezcla de metal y arrepentimiento.

Texto apocalíptico
El día en que todos quisieron lo mismo, la tierra se quebró. Los mares se retiraron. Las ciudades ardieron con el fulgor de los deseos acumulados. Y sobre las ruinas, solo quedó la voz del oro.

Oráculo
No tomes lo que no puedas soltar. El que desea sin fin se convierte en deseo. Y el deseo, hijo mío, nunca duerme.