Ladrón

Aforismo
El ladrón no roba cosas: colecciona ausencias.


Crónica
En el centro gris de la ciudad, un ladrón silencioso se deslizó entre las sombras y dejó tras de sí una habitación intacta pero incompleta. Nadie supo qué faltaba. Solo se percibía un vacío nuevo, una pérdida sin nombre. Lo buscaron en los objetos, pero estaba en el aire.


Cuento
Anacleto era un ladrón de sombras. Mientras los demás dormían, él se deslizaba por las casas y extraía las sombras de las personas sin que lo notaran. Al principio, nadie sospechó nada. Pero con el tiempo, la gente empezó a comportarse de forma extraña. Sin sombra, nadie sabía quién era. El mundo se volvió pálido. Y Anacleto, lleno de oscuridades ajenas, desapareció en su propia sombra.


Diálogo
—¿Tú robaste el reloj de mi padre?
—No.
—¿Estás seguro?
—Absolutamente. Robé su tiempo.


Elegía
Por el gesto que no diste,
por la carta que ya no está,
por la caja vacía y la puerta abierta,
lloro no lo perdido,
sino al ladrón invisible que me enseñó
cuánto pesaba lo que nunca noté.


Ensayo breve
El ladrón es el agente invisible del desorden. Su figura amenaza la estabilidad ilusoria de la propiedad. Pero más que un enemigo del orden, es su síntoma: el ladrón revela que todo lo que creemos poseer es, en esencia, frágil. El verdadero temor que genera no es el robo en sí, sino la exposición de nuestra vulnerabilidad.


Epístola
Querido ladrón:
No te guardo rencor. Lo que te llevaste eran solo objetos, pero lo que despertaste fue mucho más profundo: el reconocimiento de mi apego. Gracias por enseñarme que también soy rehén de mis cosas.
Con desconcierto,
R.


Fábula
Una serpiente se coló en el nido del cuervo para robarle los huevos. El cuervo, al descubrirlo, no atacó. En cambio, llevó al nido de la serpiente una semilla de olvido. La serpiente, al eclosionar los huevos robados, olvidó su hambre. Desde entonces, custodia el vacío.


Hipérbole
Robó el sol del cielo y la luna del mar. Las calles temblaron, los perros dejaron de ladrar. Nada quedó. Ni la idea de lo que fue.


Leyenda
Cuentan en los pueblos del norte que hay un ladrón que no toma objetos, sino decisiones. Entra por la noche, toca el pecho del durmiente, y al amanecer, este ya no sabe qué camino tomar. Algunos lo llaman El Vacilante. Otros, simplemente, el destino.


Metáfora
El ladrón es una herida con manos.


Microrrelato
Cuando volvió del trabajo, su casa estaba intacta. Solo una cosa faltaba: el futuro.


Monólogo interno
No quería hacerlo. No otra vez. Pero esa casa, ese resplandor desde la ventana. Algo me llamaba. No era codicia. Era reconocimiento. Lo que hay allí fue mío alguna vez, aunque nunca haya estado ahí.


Poesía
Me robaste el ruido,
dejándome el eco.
Me robaste el retrato,
y quedó el marco ciego.
Pero de todo,
lo más cruel:
te llevaste lo que aún no había llegado.


Poema en prosa
Entro donde otros duermen. No con violencia, sino como el viento. No busco oro ni plata, sino huellas sin dueño. Lo que me llevo no brilla, pero duele. Lo que dejo atrás no se ve, pero arde. Cada noche soy otro, y cada robo me borra más.


Relato epistolar
Hermano:
Hoy supe que aquel retrato que nos faltó en la infancia no se perdió, fue robado. Un ladrón de memorias pasó por casa y se llevó todo lo que no supimos recordar.
A veces pienso que por eso somos extraños.
C.


Texto filosófico
La figura del ladrón desafía la ontología de la propiedad. ¿Qué es poseer algo? ¿Qué significa perderlo? El ladrón no solo se apropia de objetos; desestabiliza las categorías que organizan nuestra realidad. En su gesto, hay una afirmación: todo puede cambiar de manos, incluso lo inmaterial.


Fragmento onírico
Soñé que alguien abría mi pecho con una llave diminuta y sacaba una palabra. Desperté mudo y con la boca llena de polvo.


Prosopopeya
La cerradura crujió de emoción al sentirlo. Las paredes contuvieron el aliento. Solo el espejo, testigo de todo, lloró su reflejo al ver el robo.


Parábola
Un hombre acumuló riquezas tras muros altos. Un ladrón burló cada trampa y cada guardia. Cuando entró, solo tomó una piedra del jardín. El hombre, al descubrirlo, cayó en desesperación. No era la piedra. Era el saber que nada estaba seguro.


Alegoría
El ladrón encarna el hambre con piernas, la grieta que camina. Donde pone la mano, se abre un abismo. No roba para tener, roba para recordar al mundo que hay quien no tiene.


Cápsula poética
Silencio.
Una ventana abierta.
Un cajón sin eco.
Y el aire,
con sabor a ausencia.


Epifanía literaria
No fue el objeto robado lo que me dolió, sino darme cuenta de que no sabía que lo tenía.


Texto metatextual
Este texto ha sido robado palabra por palabra de mis noches. Cada frase era un insomnio. El ladrón fui yo.


Texto hermético
Clavícula 3, vértice 9. Ahí estaba lo robado. No el objeto, sino la forma exacta de nombrarlo. Perdida para siempre.


Viaje interior
Al cerrar los ojos, vi una figura escabullirse entre mis recuerdos. Descubrí que yo mismo me robé el pasado para no vivirlo.


Ensayo fragmentado
Robar es traducir sin permiso.
El ladrón es un editor del mundo.
Lo que se lleva deja huella.
La propiedad es una ilusión con cerradura.


Cuento especulativo
En el año 2107, una tecnología permitió robar sensaciones. El crimen más común: sustraer el primer amor de alguien. Una chica despertó llorando, sin saber por qué. En otro continente, un desconocido se estremecía al besar por primera vez algo que no era suyo.


Lírica dramática
—¿Quién me despojó del retrato de mi madre?
—Fui yo.
—¿Por qué ese y no otro?
—Porque en él llorabas y yo quería tu llanto.


Descripción evocativa
Caminaba sin sonido. Olía a ropa seca y a pasillo largo. Sus dedos eran precisos, su espalda recta como una promesa. Al pasar, todo quedaba un poco menos cierto.


Texto apocalíptico
El último ladrón no vino por comida ni por oro. Robó el lenguaje. Al día siguiente, todos balbuceaban, incapaces de pedir ayuda, de nombrar al otro, de rogar.


Oráculo
Cuando el ladrón robe tu nombre, no lo busques: te habrás convertido en sombra. Guarda silencio. Pronto sabrás por qué.