Aforismo
Olvidar no es perder la memoria, sino soltar el ancla del alma.
Crónica
En la ciudad donde los nombres se desvanecen de los buzones, cada lunes los vecinos se reúnen para olvidar juntos. Se pasan fotos sin rostros, cartas sin firma, voces grabadas que repiten frases sin contexto. Una vez al año, celebran el Festival del Olvido, donde todos intercambian recuerdos ajenos para asegurar que nadie se aferre demasiado a sí mismo.
Cuento
El anciano abrió la caja sellada con cera negra. Dentro, una carta escrita con tinta invisible. La había escrito su esposa antes de morir, con instrucciones claras: “Léela cuando ya no me recuerdes.” La tinta reapareció al contacto con su piel envejecida, revelando un mensaje: “Gracias por olvidarme. Solo así podré vivir en tus sueños.”
Diálogo
—¿Tú también has olvidado?
—No lo llamo olvidar. Lo llamo sobrevivir.
—¿Y qué quedó de nosotros?
—Una sombra en una casa que ya no visitamos.
Elegía
Oh memoria, mar enfermo,
devuélveme el barco hundido de su risa,
el eco que se disolvió en la arena
cuando olvidarla fue más fácil que recordarla.
Ensayo breve
Olvidar no es una carencia, sino una estrategia de la mente para mantenerse cuerda. Se olvida lo insoportable, lo inútil, lo inservible para el presente. Pero en esa selección también caen pedazos esenciales del yo. Olvidar es, por tanto, una forma de autotraición necesaria.
Epístola
Amado que ya no evoco:
Esta carta es mi intento de recordarte con precisión, aunque la forma de tus labios se me escape como humo. Sé que amarte fue real, porque el vacío que dejaste tiene bordes definidos. El olvido no borra: transforma.
Fábula
Un búho quiso olvidar que alguna vez fue ciego. Voló por años fingiendo que siempre había visto el mundo. Un día, un cuervo le ofreció un espejo. Al mirarse, el búho recordó y se cayó al suelo. Desde entonces, cuenta su historia en susurros nocturnos para que nadie más niegue su sombra.
Hipérbole
He olvidado tanto que ya no sé si alguna vez existí.
Leyenda
Cuenta la leyenda del Valle del Olvido que quien atraviese sus nieblas pierde el nombre, la historia y la esperanza. Solo un joven regresó, sin lengua pero con los ojos llenos de imágenes que nadie comprendió. Dicen que en su mirada estaba escrita la historia del mundo antes del tiempo.
Metáfora
Olvidar es una flor que se marchita hacia dentro.
Microrrelato
El anciano despertó sin saber quién era. Miró su reflejo y sonrió: por fin había olvidado lo que le pesaba.
Monólogo interno
No lo recuerdo. Sé que era importante. Tal vez su nombre empezaba con “M”. ¿O era un lugar? Me esfuerzo, y lo único que obtengo es ese eco sordo en el pecho. ¿Y si olvidar es el precio de seguir respirando?
Poesía
Ladrillo a ladrillo
desarmo el templo de tu voz.
Que el viento me lleve
antes de recordar
por qué te amé.
Poema en prosa
La bruma entró por mis ojos y desdibujó los marcos de cada rostro amado. Las palabras dejaron de tener dueño. El sabor del pan de mi infancia ahora es solo una textura sin tiempo. Olvidar me convirtió en un viajero sin mapas, pero también sin heridas abiertas.
Relato epistolar
Querida madre:
Hoy olvidé tu risa. La busqué entre los libros, en los árboles del jardín y en las ollas donde cocinabas los domingos. Nada. Me asusté. Pero luego comprendí que el silencio también es una forma de abrazo.
Texto filosófico
Olvidar es el acto ético del tiempo. El ser que recuerda demasiado corre el riesgo de fosilizarse en sus traumas. Pero el olvido no debe confundirse con la indiferencia: es una curvatura del recuerdo, una poda ontológica que nos permite renacer en lo inacabado.
Fragmento onírico
Estaba en un tren sin estaciones. Todos los pasajeros repetían mi nombre menos yo. En mi mano, una llave que no abría ninguna puerta. Me desperté con la sensación de haber perdido algo vital. Tal vez era el recuerdo del sueño.
Prosopopeya
El Olvido se sentó a mi mesa y bebió de mi copa. “No vine a robarte nada”, dijo, “sólo a enseñarte cuán liviano puede ser el alma.”
Parábola
Un hombre llevaba una mochila llena de piedras, cada una con un nombre. Un día, un niño le enseñó a soltar una. El hombre lloró. Luego soltó otra, y otra. Finalmente caminó erguido. Pero cuando quiso recordar a su madre, no pudo. El olvido no tiene freno una vez que se aprende a usarlo.
Alegoría
La Ciudad del Olvido tenía muros hechos de espejos rotos. Nadie podía verse entero. Las calles cambiaban cada noche, y las fuentes murmuraban nombres que ya no dolían. Solo un loco gritaba fechas al cielo, tratando de reconstruir la historia con trozos de sombra.
Cápsula poética
He olvidado tanto
que el silencio me abraza
como un dios misericordioso.
Epifanía literaria
Mientras hojeaba aquel libro viejo, cayó una foto. No reconocí el rostro, pero lloré. Comprendí entonces que el alma guarda lo que la mente desecha.
Texto metatextual
Este texto se escribió para recordar lo que otros ya han olvidado. Pero en el intento, ha perdido su intención. Ahora solo es una página blanca disfrazada de tinta.
Texto hermético
El Uno no nombra, el Dos se fragmenta. Olvidar es regresar al Uno sin pasar por el Tiempo.
Viaje interior
Bajé al pozo donde escondo lo que me duele. Allí encontré no recuerdos, sino huecos. Me asustó saber que ni siquiera sé qué fue arrancado. El olvido es el mapa de mis cicatrices.
Ensayo fragmentado
I. Olvidar es editarse.
II. Todo recuerdo es una versión mentirosa.
III. ¿Quién serías si pudieras elegir qué recordar?
IV. El trauma es una semilla que el olvido no siempre ahoga.
V. A veces, olvidar es un acto de amor.
Cuento especulativo
En el año 3027, los gobiernos implantaron el “Protocolo Némesis”: una vacuna emocional que borraba todos los recuerdos dolorosos. En apariencia, la humanidad era feliz. Pero en las sombras, una resistencia crecía: los que aún recordaban sufrían, pero también creaban arte.
Lírica dramática
—¡No me olvides!
—Ya lo hice.
—Entonces mátame.
—No puedo matar lo que ya no existe.
Descripción evocativa
El cuarto olía a madera vieja y papel húmedo. Las paredes parecían respirar. Sobre la mesa, una carta sin fecha. Y en el aire, ese extraño perfume que uno no puede ubicar, como si el tiempo hubiera exhalado.
Texto apocalíptico
El último día, los sobrevivientes no recordaban por qué lloraban. Las ciudades ardían sin historia, los mares se alzaban sin causa. El mundo olvidó su propio fin.
Oráculo
Cuando el olvido te visite, no cierres la puerta. Pero no le ofrezcas asiento, o se quedará.