Aforismo
La violencia es la confesión más pura del miedo, disfrazada de fuerza.
Crónica
A las siete de la mañana se escucharon los primeros gritos. Nadie salió. La calle, que solía despertar con el olor del pan, amaneció teñida de pólvora. Los vecinos observaron tras las cortinas cómo la violencia ya no tocaba la puerta: la derribaba. Los cuerpos se apilaron en el silencio, mientras las autoridades hacían informes y los dolientes cavaban con las manos. Lo peor no fue el ruido. Fue la costumbre.
Cuento
En un reino donde las palabras estaban prohibidas, los hombres aprendieron a comunicarse con golpes. Cada bofetada era una oración, cada puñalada, una declaración. Un niño, cansado del lenguaje del dolor, susurró una palabra en la oreja de un guardia. El guardia cayó al suelo, muerto. La palabra era “ternura”, y nadie la había escuchado en siglos.
Diálogo
—¿Por qué lo hiciste?
—Porque podía.
—Eso no es una razón.
—Es la única que queda cuando se apagan todas las otras.
—Entonces ya no eres humano.
—¿Y qué lo es?
Elegía
Por cada cuerpo mutilado en la calle
llora la tierra su sangre enraizada.
Por cada grito que no fue escuchado,
una estrella cae en su ataúd.
No hay tumba para tanta furia.
Solo ruina.
Ensayo breve
La violencia es la consecuencia inevitable de una estructura que no supo contener su propio reflejo. No nace del caos, sino del orden deformado. Se gesta en los márgenes, en las omisiones del discurso, en las fracturas del lenguaje. Es el síntoma de una sociedad que prefiere la muerte antes que el cambio.
Epístola
Querido hermano,
Hoy vi cómo un hombre le disparaba a otro en medio del mercado. Nadie gritó. Nadie corrió. Fue como si todo estuviera en su lugar, como si esa muerte hubiera sido pactada con el aire. Me pregunto si la violencia no se ha vuelto parte de nuestro alfabeto. Si al escribirte estas líneas no estoy también repitiendo la misma bala.
Con temor,
T.
Fábula
Un tigre y un ciervo convivían en una isla desierta. El tigre prometió no atacar si el ciervo le ofrecía su sombra al amanecer. El ciervo aceptó. Pero con el tiempo, el tigre empezó a tener hambre de carne, no de sombras. Y así devoró al ciervo. La isla quedó en silencio. El tigre murió de soledad. Moraleja: la violencia siempre destruye su propio alimento.
Hipérbole
La violencia era tan grande que incluso el sol se partía en dos cada mañana, sangrando luz sobre los campos calcinados.
Leyenda
Se cuenta que una vez la violencia tomó forma humana y caminó por los pueblos. Nadie sabía su nombre, pero todos le ofrecían sus hijos. Él no hablaba, solo miraba, y con su mirada convertía la esperanza en polvo. Solo una niña, ciega de nacimiento, se le acercó sin temor. Al tocarla, la violencia desapareció. Desde entonces, la paz solo habita en los ojos de quienes no vieron nunca.
Metáfora
La violencia es un tambor sin piel que suena con huesos rotos.
Microrrelato
Disparó. No sabía a quién. Pero el silencio que siguió le hizo pensar que había acertado.
Monólogo interno
No fue mi culpa. No lo fue. Él me miró como si supiera, como si entendiera que yo ya no podía más. Pero nadie entiende. Todos esperan que uno aguante. Que sonría. Que diga “estoy bien”. Lo empujé. Solo eso. Y cayó. No fue mi culpa. Fue su peso. Fue su silencio.
Poesía
Con manos de ceniza
golpea el día
al rostro de los niños.
No hay canto
que no sangre,
ni flor
que no tiemble al abrirse.
Así canta la violencia:
con gargantas que lloran.
Poema en prosa
La violencia camina descalza por las habitaciones donde dormimos. Se acuesta a nuestro lado, nos susurra canciones que aprendimos de memoria en la infancia. No golpea fuerte. Golpea donde no se ve. En el gesto, en la ausencia, en el ruido del reloj marcando el ritmo exacto del miedo.
Relato epistolar
14 de agosto
A quien encuentre esta carta:
Ya no queda nadie. Solo las paredes, negras de humo. Las calles, vacías. Escucho pasos, pero no hay cuerpos. Tal vez la violencia no era un acto, sino una forma de pensar. Si estás leyendo esto, resiste. No respondas con odio. Que tu palabra sea un refugio, no una bala.
Con esperanza,
Una sombra.
Texto filosófico
La violencia no es la negación de la razón, sino su radicalización. En ella, el ser humano busca afirmarse como absoluto, eliminando todo lo que le contradice. Así, la violencia es un espejo donde el yo se contempla a sí mismo, fascinado por su poder de destrucción, incapaz de reconocer al otro como legítimo.
Fragmento onírico
Soñé con un río hecho de cuchillos. Las aguas reían mientras cortaban los pies de los niños. Un árbol crecía al borde, pero sus frutos eran ojos cerrados. Al despertar, mis manos estaban llenas de barro seco y una voz repetía: “la paz es una herida mal cerrada”.
Prosopopeya
La violencia habló. Dijo que estaba cansada de ser culpable. Que la habían invocado tantas veces, que ya no sabía quién era. Que los hombres la nombraban para ocultar sus propios deseos. Lloró. Y con cada lágrima, cayó una ciudad.
Parábola
Un anciano construyó una casa sin puertas. Los vecinos se burlaban: “¿cómo evitarás que entren los ladrones?”. Él respondió: “prefiero enseñar a no robar que encerrarme”. Una noche, le robaron todo. Al amanecer, el ladrón regresó, llorando. “Aquí aprendí que puedo ser distinto”. El anciano le ofreció pan.
Alegoría
En un reino de espejos, cada reflejo deseaba ser el único. Al no poder romper a los demás, se quebraron por dentro. Sus fragmentos cortaron a quien miraba. Así nació la violencia: del reflejo que no tolera compañía.
Cápsula poética
El golpe
no termina
cuando cesa el sonido.
Sigue
en la carne
como una semilla
de silencio.
Epifanía literaria
Comprendí la violencia el día que vi a un niño imitar un fusil con su dedo y dispararle al viento. No fue el juego lo que me perturbó, sino la precisión del gesto.
Texto metatextual
Este texto también es violento. Al escribir sobre la violencia, la convoco, la domestico, la encierro entre signos. Pero ella no cabe en frases. Es siempre el espacio entre las palabras.
Texto hermético
El puño era un signo. El signo, un eco. Nadie leyó la advertencia. El alfabeto colapsó.
Viaje interior
Descendí por la garganta de mi rabia. Allí encontré a mi padre, mi sombra, y el grito que no lancé a los diez años. Había sangre, sí. Pero también una flor, creciendo desde una costilla rota. Me senté a observarla. Lloré sin comprender por qué.
Ensayo fragmentado
La violencia es un idioma sin sintaxis.
El odio, su verbo más frecuente.
Una sociedad que premia la fuerza no puede hablar de paz.
Cada golpe tiene una genealogía.
La violencia no se hereda: se aprende.
Cuento especulativo
En el año 3090, la violencia fue abolida mediante implantes cerebrales. Nadie podía herir a otro sin sentir el dolor amplificado. La paz reinó durante siglos. Hasta que alguien decidió arrancarse el implante. No por odio. Por curiosidad.
Lírica dramática
(Sombra entra en escena, cubierta de vendas)
SOMBRA:
No soy el culpable,
solo fui el eco.
Me usaron, me dijeron “ve”,
y yo obedecí.
¿Dónde está el primer puño?
¿Dónde la lengua que me nombró?
Descripción evocativa
El campo estaba cubierto de cenizas. Entre los surcos, aún humeaban restos de lo que fue una escuela. Las mochilas colgaban de los árboles como frutos muertos. En el aire, el olor a pólvora competía con la sal de las lágrimas. Todo hablaba. Todo callaba.
Texto apocalíptico
Y cuando la última palabra fue pronunciada con odio, la tierra se partió en dos. De su vientre brotaron serpientes, y los cielos se tornaron de hierro. No hubo juicio, solo repetición. La violencia no acabó el mundo. Lo hizo eterno.
Oráculo
Preguntaron al fuego:
—¿Volverá la paz?
Y el fuego respondió:
—Solo cuando los hijos de los heridos abracen a los hijos de los verdugos.