Muerte

 Aforismo

La muerte no termina nada; interrumpe todo.

Crónica
Anoche murió el último relojero del barrio. Su tienda permanecía abierta veinticuatro horas, como si con eso lograra contener al tiempo. Cuando lo encontraron, tenía en la mano un engranaje y en los labios una palabra imposible de descifrar. Hoy los relojes siguen funcionando, pero nadie sabe para quién.

Cuento
Cada vez que soñaba, Manuel moría un poco. Al principio era imperceptible: una uña, un suspiro. Luego empezó a perder fragmentos de su sombra, el color de sus recuerdos, la nitidez de sus palabras. Una noche soñó que dormía para siempre. Desde entonces, no ha vuelto a despertar.

Diálogo
—¿Crees que hay algo después?
—Sí, el olvido.
—¿Y si alguien recuerda?
—Entonces la muerte será incompleta.

Elegía
Se fue sin aviso,
como la lluvia en medio del incendio.
Nos dejó las manos llenas de preguntas
y una silla vacía que nunca supo despedirse.

Ensayo breve
Hablar de la muerte es pronunciar un nombre que nos incluye. No hay muerte ajena, porque cada muerte resuena en nuestro cuerpo como una premonición. Tememos a la desaparición, pero más aún al hecho de seguir vivos sabiendo que ella es inevitable.

Epístola
Hermana,
hoy enterramos a padre. La tierra estaba húmeda y el cielo, curiosamente, claro. No lloré. No porque no doliera, sino porque algo en mí se quebró más allá del llanto. Pienso en ti. En tu silencio. En todo lo que no alcanzamos a decirnos cuando la muerte nos interrumpe.

Fábula
La muerte se disfrazó de oveja y entró en el rebaño. Nadie la reconoció. Solo el lobo la miró a los ojos y, temblando, decidió huir. Desde entonces, los lobos aúllan no a la luna, sino a lo que no comprenden.

Hipérbole
Murió tantas veces que ya no cabían cuerpos en su alma.

Leyenda
Cuenta la historia que bajo el lago duerme un espíritu que recoge las últimas palabras de los muertos. Si alguien logra escuchar su canto, conocerá el verdadero nombre de la muerte. Pero nadie ha vuelto para contarlo.

Metáfora
La muerte es un libro cerrado que aún sangra entre sus páginas.

Microrrelato
Abrió la puerta equivocada y encontró a la Muerte sentada, esperándolo con una taza de té. "Te adelantaste", dijo ella. "Siempre fui impuntual", respondió él.

Monólogo interno
¿Y si no hay nada? ¿Si todo esto termina con un parpadeo que no regresa? No quiero desaparecer. Pero hay noches en que la idea de dejar de ser también me abraza con dulzura.

Poesía
Me llama en voz baja
la que no duerme.
Su sombra es leve,
pero su paso firme.
Muerte, no vengas aún:
aún me queda un verso.

Poema en prosa
Vi a la muerte esta mañana, vestida con la luz del amanecer. No traía guadaña ni manto negro. Solo una mano extendida y la promesa de descanso. La miré y sonreí. Aún no, le dije. Y ella asintió, sin reproches.

Relato epistolar
A quien lea esto después,
quise partir con las manos limpias y los ojos abiertos. No fue miedo lo que sentí al final, sino una extraña ternura. Me dolió más dejar los libros abiertos que mi propio cuerpo. Que el polvo no borre mis letras. Que el olvido no sea total.

Texto filosófico
La muerte no es el contrario de la vida, sino su condición. La vida no sería vida si no estuviera contenida por su fin. Nos duele la muerte porque rompe la continuidad, pero quizá ahí reside su potencia: recordarnos que cada instante importa.

Fragmento onírico
Caminé por un campo donde los árboles lloraban hojas negras. En cada rama colgaba un nombre que ya no tenía voz. Sentí que uno de esos nombres era el mío, aunque todavía respiraba.

Prosopopeya
La Muerte me habló anoche. Dijo que no tenía prisa, pero sí agenda. Que vendría cuando el silencio fuera más elocuente que mis palabras.

Parábola
Un joven quiso engañar a la muerte y se escondió en la cima de una montaña. Allí vivió solo, temiendo cada sombra. Pero un día, al mirarse en el espejo, no se reconoció. La muerte no tuvo que buscarlo: él ya no era nadie.

Alegoría
En un jardín sombrío, la flor más bella crecía junto a una calavera. Nadie la regaba, pero siempre florecía. Era la vida alimentada por la muerte.

Cápsula poética
Se cayó el aliento
y en su hueco
brotó el silencio.

Epifanía literaria
Comprendí la muerte no cuando alguien murió, sino cuando un niño me preguntó si el sol también moría cada noche.

Texto metatextual
Este texto se escribe desde la ausencia. Cada palabra que coloco es una negación del olvido. Escribo para no morir del todo.

Texto hermético
Cruce de sombras en tránsito. La cifra del fin no admite pronombres.

Viaje interior
Descendí por los pasillos de mi memoria hasta llegar al cuarto más oscuro. Allí, en un rincón, me esperaba la muerte, no como amenaza, sino como espejo.

Ensayo fragmentado
I. Morir es dejar de significar.
II. No hay acto más radical que el último aliento.
III. La muerte nos iguala, pero no nos unifica.
IV. Morimos solos, incluso rodeados.
V. A veces, la muerte es un favor.

Cuento especulativo
En el año 4122, la humanidad logró vencer a la muerte. Pero pronto se dieron cuenta de que la vida sin fin era un castigo. Entonces crearon simulacros de muerte: breves interrupciones para recordar lo que alguna vez significó vivir.

Lírica dramática
(De pie frente al ataúd)
¿Quién me enseñará ahora
a dormir sin miedo?
Tus manos eran faros,
y ahora solo hay noche.
¿Por qué te vas,
si aún no aprendí a quedarme?

Descripción evocativa
El cuerpo yacía tranquilo, casi sonriente. La habitación olía a flores que ya empezaban a marchitarse. El silencio era tan espeso que parecía tocarse. La muerte no había sido violenta, pero su presencia pesaba como una piedra en el pecho de los vivos.

Texto apocalíptico
Y cuando la última palabra fue pronunciada, la tierra dejó de girar. El mar se retiró hacia sí mismo, y los cielos se partieron en dos. No hubo juicio ni redención. Solo un susurro final: “Todo ha muerto”.

Oráculo
Morirás cuando el eco de tu nombre ya no regrese. No temas al fin: es el comienzo de otra forma de resonar.