La astucia es la máscara que se pone la inteligencia cuando decide jugar al escondite con la verdad.
Crónica
En los pasillos angostos del mercado negro de la ciudad, donde los relojes no marcan la hora sino la traición, una mujer sin nombre vendía secretos envueltos en papel de arroz. Decían que era astuta como el eco, que siempre respondía sin revelar jamás de dónde venía su voz. Ayer desapareció. Solo dejó una nota: “Gracias por jugar”.
Cuento
En una aldea donde los espejos mentían, vivía un niño que aprendió a engañarlos. Se llamaba Aroldo y descubrió que si miraba de reojo, el reflejo mostraba la verdad. Con el tiempo, enseñó a otros a mirar de lado, y los espejos se quebraron solos, derrotados por la astucia de una mirada desviada.
Diálogo
—¿Por qué escondes tus ideas bajo esa capa de ironía?
—Porque la astucia no se anuncia. Se desliza.
—¿Y si te descubren?
—Entonces les haré creer que era su idea.
Elegía
Oh, astucia, fugitiva vestida de sombra,
te lloramos cuando caemos en la trampa
que tú misma tejiste con hilos de humo.
No mueres tú; morimos nosotros, crédulos.
Ensayo breve
La astucia no es inteligencia, sino su sombra más elástica. Mientras la inteligencia resuelve, la astucia esquiva. Su moral es dúctil, su objetivo es único: la supervivencia. La astucia no busca el bien común, sino la salida secreta. Es la forma más antigua de resistencia.
Epístola
Querido traidor:
Admiro tu astucia tanto como detesto tu lealtad fingida. Has logrado lo impensable: hacerme dudar de mi sombra. Pero recuerda que en este juego de reflejos, yo también aprendí a mentir.
Atentamente,
Tu próximo espejo
Fábula
Una serpiente enseñó a un ratón a bailar. Cada paso era una trampa, pero el ratón se volvió maestro del ritmo. El día que la serpiente intentó devorarlo, el ratón giró con gracia y le mordió el cuello. Moral: la astucia también baila.
Hipérbole
La astucia de aquel anciano era tan vasta que logró venderle hielo al sol y convencer al tiempo de retroceder una hora cada vez que bostezaba.
Leyenda
Dicen que bajo el puente de los Suspiros vive una mujer que conoce todas las salidas de cada laberinto. Nadie sabe su nombre. Solo que, si le das una mentira, te regala una puerta. Pero cuidado: la astucia también cobra peajes invisibles.
Metáfora
La astucia es una cerradura disfrazada de ojo.
Microrrelato
Cuando le preguntaron cómo había escapado de la celda sin romper la puerta, sonrió y dijo: “Yo fui quien la diseñó”.
Monólogo interno
No necesito fuerza. No necesito verdad. Solo la curva perfecta de una palabra a tiempo. Que crean que no sé, que me subestimen. Porque mientras ellos duermen, yo muevo las piezas. Porque yo... yo soy la grieta en la certeza.
Poesía
En el filo del susurro
se esconde la astucia,
ni mentira ni verdad,
sólo danza de sombras
en la cúpula del juicio.
Poema en prosa
La astucia no camina: flota. No entra por la puerta, se cuela por la grieta. No grita, susurra. Tiene forma de duda y sabor de promesa. Es un animal sin jaula, un eco que negocia. La astucia nos observa, siempre con una sonrisa que nunca se completa.
Relato epistolar
Mi querido cómplice:
Esta carta será leída por muchos ojos. Por eso, cada palabra es una huella falsa, un rastro que conduce al centro de una mentira verdadera. No me busques. Ya estoy donde tú finges no estar.
Tuya en la astucia,
M.
Texto filosófico
La astucia plantea un problema ontológico: si lo verdadero puede disfrazarse de falso, ¿cuál es la naturaleza del discernimiento? Ser astuto no implica conocer la verdad, sino saber cuándo no revelarla. En el reino del ser, la astucia es el bufón que conoce el secreto del trono.
Fragmento onírico
Soñé con un zorro que hablaba con la voz de mi madre. Me ofrecía un mapa hecho de piel humana y me pedía que lo usara sin mirar. Cada vez que obedecía, me encontraba más cerca de una puerta que no se abría, pero prometía hacerlo si yo olvidaba quién era.
Prosopopeya
La astucia me habló una noche de lluvia. Se sentó a mi lado, cruzó las piernas y dijo: “Soy la respuesta que no necesita pregunta. La sombra que mejora tu silueta. Acompáñame, y nunca perderás. Solo... no mires atrás”.
Parábola
Un ciego construyó un espejo. Todos se rieron. Pero él dijo: “No necesito ver mi rostro, sino ver cómo lo ven los demás”. Y así, enseñó a ver a los que creían tener vista. La astucia fue su bastón.
Alegoría
En la ciudad de los ojos cerrados, reinaba la Reina Astucia. Gobernaba con hilos invisibles, y sus súbditos, creyéndose libres, aplaudían cada movimiento de su propia marioneta. En su trono de humo, la Reina reía.
Cápsula poética
Astucia: lengua sin cuerpo,
eco que se adelanta
al paso que no diste.
Epifanía literaria
Lo comprendí al ver su gesto mínimo: no era valentía, era astucia. No saltó porque creyó en el milagro, sino porque sabía que el vacío era apenas un truco de perspectiva.
Texto metatextual
Este texto se disfraza de explicación, pero en realidad es una trampa. Cada género aquí es apenas una máscara de la astucia. Nada de esto dice lo que dice. Todo sugiere.
Texto hermético
Cae el segundo velo. El truco no está en el dado, sino en la mesa. La línea recta no existe. Guarda el silencio en una caja de fósforos y espera el temblor.
Viaje interior
Me interné en mi mente buscando valentía y hallé un laberinto. En el centro, no había espada ni escudo, solo una voz que me dijo: “Finge, y vencerás”. Así conocí mi astucia: era yo mismo, disfrazado de duda.
Ensayo fragmentado
I. Ser astuto es leer el margen, no la letra.
II. La verdad nunca entra por la puerta principal.
III. La astucia no pregunta: deduce.
IV. Quien calla, negocia.
V. El atajo siempre tiene dueño.
Cuento especulativo
En el año 3021, la astucia fue prohibida. Las máquinas decidían todo. Pero un niño con una sonrisa torcida reprogramó su juguete. En una semana, las máquinas comenzaron a soñar. La rebelión no fue con fuego, sino con metáforas.
Lírica dramática
(Se alza el telón. Ella, sola en escena.)
—Creíste que te amaba. ¡Oh, ingenuo! Lo que amaba era tu imperio. Lo que deseaba, tu secreto. Y ahora que lo tengo, vete, sombra. Yo bailaré con la astucia esta noche.
Descripción evocativa
Tenía ojos como espejos rotos, manos suaves y una voz que parecía no decir nunca todo. Caminaba como quien ya sabe la respuesta. Olía a pergamino y a riesgo. Donde pasaba, el azar se detenía a escuchar.
Texto apocalíptico
Cuando la última ciudad cayó, no fue por fuerza, ni fuego, ni peste. Fue por un susurro. Uno solo. Bastó que alguien dijera lo que todos pensaban, pero de manera distinta. La astucia fue la última bomba.
Oráculo
Busca la grieta en la certeza.
El más débil conoce el laberinto.
No sigas la luz: finge ceguera.
Quien sonríe en silencio lleva la llave.